viernes, 20 de febrero de 2015

LAS RABIETAS

Cuando Rubén cumplió el año (más o menos) vimos que su actitud delante de algunas situaciones iba cambiando. Antes, cuando era más pequeño, no demostraba su aprobación o rechazo cuando le ponías la chaqueta o lo sentabas en el carrito, por ejemplo.

Pero poco a poco fue sacando su carácter y empezaba a seleccionar las cosas que quería y las que no; como hacemos l@s adult@s, claro.

Las primeras rabietas fueron duras, ya que nos pillaron de imprevisto y no sabíamos cómo actuar. Es decir, teníamos dudas sobre si realmente estaba enfadado por ponerse la chaqueta o si le pasaba otra cosa.

Pero cada vez vimos mejor que lo que el peque estaba haciendo era mostrar sus intereses y seleccionar lo que le apetecía hacer y lo que no.

Así que según el motivo de las rabietas hacíamos de más y de menos. Si la rabieta era porque no quería comerse la fruta, por ejemplo, lo que hacíamos (y seguimos haciendo) era verbalizarle que debía comer fruta por los motivos que fuera y pactar con él una cantidad de trozos que tenía que comerse. Además, nos poníamos a comer con él, puesto que el referente, ejemplo o modelo es muy importante. También hacíamos juegos y muñecos para que comiera. Aunque, ya os digo, que no siempre nos ha funcionado.

Si la causa del berrinche era por no querer ponerse la chaqueta, le verbalizábamos que hacía frío y las consecuencias de no abrigarnos; nos poníamos nuestras chaquetas y se la poníamos a él. No cedíamos porque era algo que no se podía "negociar".

Y si el motivo del disgusto era un juguete o algo que se quisiera llevar y no podía ser, le ofrecíamos algo parecido y le explicábamos las ventajas de llevárselo. La verdad es que suele conformarse.

No acostumbramos a evitar las rabietas, puesto que forman parte de la vida cotidiana y creemos que Rubén tiene que saber que no siempre puede hacer lo que quiera. Igual que a l@s mayores no todos los días nos apetece ir a trabajar o levantarnos de la cama pero debemos hacerlo. 

Con el tiempo, el niño ha ido aprendiendo qué cosas son "negociables", igual que nosotros hemos asumido qué cosas son "razonables".

Hacia los 17 meses, Rubén aprendió que la palabra "NO" tenía poderes mágicos, y que si la decía tenía un efecto inmediato sobre nosotros. Así que la empezó a usar para decidir (o intentarlo) todo lo que quería hacer y lo que no.

Y así seguimos, ahora usando el "ti" también, je je.

Besitos.


PRIMEROS PASOS...

Hacia los 8 meses Rubén empezó a ponerse de pie cogiéndose al sofá, a un mueble, a un juguete, a una pierna,... Nos asombraba la estabilidad que tenía. Le encantó descubrir que había más puntos de vista que el de "a ras de suelo" y le empezó a sacar partido.

Sobre los 10 meses ya se movía de acá para allá cogiéndose a lo que tenía al paso, pero siempre con sujeción. Algún día hizo dos pasitos solo cuando vió que la distancia a recorrer era corta. Por suerte, aunque se cayó algunas veces, nunca cogió miedo. Además de que es un "kamikaze" que todo lo prueba y a todos lados quiere subir, siempre lo hemos animado a ser autónomo, a hacerle ver que es capaz de lo que se proponga y hemos estado a su lado cuando lo ha intentado (y cuando se ha caído).

El otro día comentamos con un grupo de padres y madres la importancia de hablar en positivo cuando vemos que están en una situación que nos resulta peligrosa o se pasa de nuestro límite. Es decir, que es preferible decir "ve con cuidado", "yo te miro y estoy aquí" o "me da miedo que hagas esto"; que decir "te vas a caer" o "no podrás hacerlo". También influyen, obviamente, las experiencias previas que cada persona haya tenido. Porque si has vivido una situación de peligro que ha terminado en un accidente o "susto grande", probablemente te será muy difícil evitar el miedo (o no transmitirlo). 
Muchas veces, cuando hablas en negativo, da la sensación de que atraes las cosas malas (esto son supersticiones mías, eh). Pero sí que es verdad que siempre intento (con mis alumn@s también) reforzar lo positivo, las cosas buenas, lo que son capaces de hacer. Esto hace que su autoestima crezca y se sientan motivados y apoyados para conseguir nuevos retos.

Uy! Que me lío...Después de mucho practicar pasitos a su ritmo y libremente...el día de su primer cumpleaños Rubén decidió recorrer, sin ningún apoyo, una distancia más larga, de unos dos metros. Pude compartir ese gran momento con mi hermana, que me avisó cuando vio que el peque iba lanzado. Y, a partir de ahí, cada día se soltaba un ratito cuando él quería. Poco a poco esos ratitos fueron más largos y las distancias a recorrer más extensas, pero siempre respetamos su ritmo e inquietud.

Hemos evitado usar andadores (de los que usamos nosotros cuando éramos bebés), puesto que hay estudios que advierten de su influencia negativa en el desarrollo de las piernas y la espalda. Además de que los bebés no pueden endurecer sus extremidades, sino que se acostumbran a andar de puntillas, sin hacer fuerza ni equilibrio. Os dejo este link, donde dan varios argumentos. ¿Por qué los andadores no son buenos para los bebés?  


Lo que sí que usamos fueron andadores de apoyo y que sirven como carrito para transportar cosas. El de Ikea nos fue genial, puesto que se puede regular la velocidad de las ruedas según la etapa en la que se encuentra el niñ@. Y nos regalaron otro que además llevaba más juguetes por el otro lado. La verdad es que nos fueron genial. El de Ikea aún lo usa para llevar juguetes de un lugar a otro o incluso para montarse él y que lo lleves.

En definitiva, cada bebé tiene su ritmo: algunos no gatean porque tienen necesidad de andar directamente; otros gatean y andan antes de cumplir el año; otros se sienten cómodos gateando y no ven necesidad de andar,...
Como me dijo una vez una amiga "va a estar andando el resto de su vida, así que no hay prisa".

Besitos.