Los primeros días en casa fueron
durillos.
Yo estaba constantemente con el niño
mamando, así que Mike se encargaba de recoger la casa, hacer lavadoras, limpiar
y estar a mi disposición (no lo digo en tono de burla, sino más bien en tono de
impotencia).
De hacer la comida se encargaban las
yayas, que son unas cracks y nos fue genial, pues era una “preocupación” menos.
La sensación de estos primeros días se
podía describir perfectamente con la canción: "soy una vaca
lechera...", parecía que no servía para nada más que para eso (que sí, ya
es mucho, pero entre las hormonas, los puntos y la nueva situación...me parecía
nada).
A esto se sumaban las visitas de
familiares y amig@s, que en todo momento respetaron los "horarios"
que les proponíamos (para nosotros poder descansar).
La pregunta estrella era "¿ya te ha
subido la leche?". A lo que yo respondía "¡y yo qué sé!". Nunca
antes había amamantado. Así que tocaba escuchar: "tendrás los pechos muy
duros", "igual te da fiebre", “te dolerán mucho”, ...
El jueves por la tarde noté un “subidón”
que hizo que tuviera dos rocas en lugar de pechos y un poco de dolor al lado de
las axilas. De fiebre, ni rastro.
El viernes fuimos a la visita neonatal
para el control de peso y, para nuestra decepción, Rubén había perdido un poco
más.
Así que la enfermera le hizo un control
de la bilirrubina (tenía un tono de piel un poco amarillento), pues era
habitual que los bebés la tuvieran alta y, a causa de ello, durmieran mucho.
Luego pesó al niño sin pañal y le dí el
pecho. Durante la toma me dió varios consejos para que el niño succionara bien
y así evitar grietas en los pezones y una correcta alimentación. Después de la
toma lo volvió a pesar y nos quedamos tranquilos al ver que ¡sí que engordaba!
De todas maneras, nos dieron leche de
fórmula por si, después de darle el pecho, el niño quería un suplemento. Nunca
quiso.
El lunes siguiente volvimos al control
de peso y Rubén había ganado mucho en ese fin de semana. Así que nos dieron el alta.
Por cierto, le pregunté si había algún
alimento que no pudiera tomar dándole el pecho y me dijo que no. Todo lo que yo
había comido durante el embarazo el niño lo había probado a través del líquido
amniótico, así que ningún sabor le parecería extraño. También me dió un folio
con los alimentos que podía tomar para hacer la leche más nutritiva.
Os dejo unos links interesantes.
Saludos.